Océanos, al otro lado del espejo

oceanos-3(Fuente: labutaca.net)

Especies marinas y hábitats nunca vistos, en todo su esplendor y sin la desconfianza que la presencia del hombre haya podido generar. “Océanos” es un documental espectacular con una llamada ecologista a cuidar el planeta.

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Algunos pensábamos que con “Nómadas del viento” (Jacques Perrin, 2001) y “Tierra” (Alastair Fothergill y Mark Linfield, 2007) habíamos visto las cosas más bellas del planeta gracias a un trabajo artístico-documental insuperable. Pero Jacques Perrin y Jacques Cluzaud demuestran con “Océanos” que no, que “al otro lado del espejo” hay más vida de la que parece, y que podemos seguir asombrándonos al descubrir los últimos santuarios blancos y a sus pobladores.

Lo consiguen porque nos ofrecen imágenes hermosas, espectaculares… con un rodaje sorprendente y un montaje fascinante. No hay artificio ni digitalización de la imagen: basta la Naturaleza en toda su pureza y muchas horas de trabajo —cinco años de rodaje— de un equipo muy competente y la más moderna tecnología, aparte del mayor presupuesto de la historia para este tipo de trabajos documentales.

El resultado es el descubrimiento de especies marinas y hábitats nunca vistos, en todo su esplendor y sin la desconfianza que la presencia del hombre haya podido generar. El espectador se pregunta cómo habrán podido capturar tantos detalles de la vida bajo el mar sin ahuyentar a sus moradores, porque abundan los primeros planos de las especies sin faltar los movimientos de masas “coreografiados” de gigantescos bancos de peces, o de multitud de aves que se lanzan en picado en busca de alimentos. La variedad de una fauna y flora desconocidas, el colorido de algunos rincones y los gráciles movimientos de sus anónimos inquilinos, el equilibrio que las imágenes transmiten con depredadores convertidos en protectores y pequeños peces en armonía con grandes ballenas… hacen que las casi dos horas de metraje discurran rápida y plácidamente, disfrutando de una belleza inimaginable.

Un núcleo documental que es introducido por Perrin con una llamada ecologista a cuidar del planeta y preservar sus especies, que vuelve en la última media hora para reincidir con un mensaje catastrofista… alertando para que en el futuro no veamos tanta belleza confinada a representaciones recogidas en océanos artificiales. Aun siendo necesario concienciar, narrativamente resulta repetitivo y excesivamente explícito (la imágenes de contaminación de aguas y de la siderurgia, por ejemplo). De la misma manera, la paz y elegancia con que la cámara ha tratado la vida de los océanos se transforma en afrenta y drama cuasi-apocalíptico cuando el hombre aparece, con unas redes tramposas en las que se enredan los inocentes peces o unos arpones asesinos que enrojecen con sangre las aguas y la pantalla… logrando incluso que el mar se encolerice y muestre sus enojo azotando barcos y el mismo faro, en escenas llenas de fuerza.

Pero si las imágenes llaman la atención por su belleza, un capítulo aparte y digno de todos los elogios merece la banda sonora de Bruno Coulais (responsable de la música de “Los chicos del coro”). Con ella nos incorporamos al mundo acuático para sentir la angustia y suspense ante unos ojos que nos miran tan sorprendidos como nosotros a ellos, la elegancia de unos peces que parecen bailar con la música melódica, o la trepidación de otros que aceleran su curso con ritmo eléctrico, e incluso unos cangrejos que se disponen en orden de batalla con una marcha épica. La armonía entre imágenes y música es tan perfecta que el espectador se siente involucrado en la vida marina y casi aprende a convivir con esas especies que… por unos momentos dejan de ser unas desconocidas para convertirse en amigas, como es el caso del submarinista nadando al lado del tiburón.

Con todo, tenemos uno de esos trabajos para la contemplación y el disfrute, en los que no interesa la explicación —apenas interviene el narrador— ni tampoco la identificación de las especies… porque es cine y no un reportaje educativo de televisión. Sin duda, ayudaría mucho pasar al otro lado del espejo en 3D y en cines Imax, pero de esta manera también podemos asombrarnos y aprender a amar lo que tenemos.

Escrito por Julio Rodríguez Chico

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