Comentario sobre La cinta blanca

la_cinta_blanca-4(Fuente: Ojos de papel)

Un pueblo de la Alemania luterana, poco antes del asesinato del Archiduque de Austria en Sarajevo, desencadenante de la I Guerra Mundial. Una voz en off cuenta, en orden cronológico, una serie de sucesos extraños que ocurrieron cuando antaño el narrador ejercía de maestro. Se desgrana entonces, pausadamente, la vida de las familias: el pastor, hombre fuerte de la jerarquía social, el médico, la comadrona, el barón, que posee las tierras de labranza en las que trabaja la mayoría de los habitantes del lugar, y los niños. Poco a poco, el ambiente que se nos describe se va haciendo cada vez más opresivo y perverso.

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Michael Haneke nunca deja indiferente. Es uno de los directores fetiches del Festival de Cannes. Varias películas de su filmografía han sido galardonas en dicho festival como, por ejemplo, Código desconocido en 2000 y La pianista en 2001. Todas ellas se centran obsesivamente en el rol de la violencia y la culpabilidad en la sociedad occidental. La cinta blanca no es una excepción, ni por el tema tratado ni por los premios obtenidos ya que se alzó con la Palma de Oro a la Mejor Película y con el Premio FIPRESI 2009, aunque por primera vez, el director austríaco se atreve a traspasar el umbral de la historia.

Rodada en blanco y negro, La cinta blanca es de una belleza turbadora. Quiere Haneke acercarse a la estética del documental, quizá para darle al espacio temporal en el que se desarrolla la película mayor fuerza si cabe. Los escenarios rebosan una calma escalofriante y engañosa que intensifican la tensión del relato produciendo una atmósfera inquietante y malsana.

Algo perverso está ocurriendo en el lugar. Los niños, de rostro angelical, han perdido la inocencia. La rigidez y religiosidad extremas que rigen la vida del pueblo han engendrado un modelo educativo orgánicamente podrido. La verdad absoluta aplicada e interiorizada por los pequeños los ha convertido en monstruos incapaces de mostrar ternura alguna, compasión, perdón. La imposición de una pureza moral siembra el terror, y el castigo de la mano de Dios acaba aplicándose rigurosamente y sin piedad.

Corre el año 1914, la guerra acaba de comenzar. No es difícil imaginar que, tras el desenlace de ésta y con la consiguiente y errónea humillación impuesta por los vencedores, esa generación de niños deshumanizados, capaces de actuar con una frialdad y metodología pasmosa siguiendo los ideales estrictos inculcados por los adultos, a menudo abusando del castigo físico y moral, quizá formen parte más tarde de las turbas exaltadas que vitoreen al partido nacionalsocialista cuando éste llegue al poder en 1933, o simplemente lleguen a pertenecer al sistema creado por éste.

La cinta blanca es una película brillante y necesaria que analiza, una vez más, los tremendos errores cometidos, recordando a la sociedad actual que no está exenta de volver a caer en ellos, en mayor o menor medida. Ciertamente, Haneke jamás deja indiferente. Aunque sus películas puedan llegar a herir sensibilidades, es sin duda el intelectual comprometido que Cannes y muchos seguidores admiran. Para los que no son todavía admiradores, éste es un hito incuestionable para empezar a bucear en su filmografía.

Por Eva Pereiro López

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