Surrealista, provocativo, distinto, ingenioso, fueron algunos de los calificativos que alguna vez se dieron de Raúl Ruiz y su producción cinematográfica.
Ninguno de esos conceptos, de seguridad, han hecho, o harán, honor al amplio aporte cultural del cineasta nacional que tras el golpe de estado de 1973, se avecindó en París. Menos hoy, cuando dejó de estar físicamente entre nosotros. Nada de lo que pueda escribirse o proyectarse, estará a la altura de la situación.