Oriente es Oriente… o el Casamiento

el_casamiento-2Fuente: fotograma.es

Que el personaje que encarna, admirablemente, Om Puri (contradictorio: es un paquistaní orgulloso de su cultura pero, quizá sin darse cuenta, se vende al enemigo inglés: regenta un negocio de fish and chips) en «El casamiento» es el personaje negativo de la película parece claro a primera vista: los demás llevan la razón, son tolerantes, flexibles, de espíritu abierto y moderno.

Pero convendría ser también nosotros algo más comprensibles y atisbar, como creo que atisba O’Donnell, la dignidad (herida de muerte) de esa criatura patética. No hace falta blandir el tan socorrido lema renoiriano para darse cuenta de que, en el fondo, este Gengis Khan del Norte de Inglaterra también tiene sus razones, su corazoncito, su bondad.

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Una de las virtudes de esta comedia realista y acogedora es, pues, su ecuánime mirada. O’Donnell, cuando Ayub Khan-Din le ofreció la dirección de su obra teatral, dudó razonablemente; nada sabía él del núcleo anglopaquistaní objeto del retrato. Luego reflexionó y acabó creyendo que su desconocimiento de ese mundo podía fructificar en una mirada objetiva, imparcial y limpia.  Así ha sido: «El casamiento»  es una película honesta, donde los hechos y quienes los protagonizan se afrontan con tacto y penetración.

Algunas cosas ajenas a ella, eso sí, le han hecho mella. Por un lado, los claros antecedentes de las películas de Frears (Mi hermosa lavandería y Sammy y Rosie se lo montan -donde, por cierto, Khan-Din tenía un destacado papel- tocaban los mismos temas).  Por otro, el auge de ese cine británico que toca llagas sociales con un baño de costumbrismo y otro de humor: hoy todas las películas británicas quieren ser «Full Monty»; y «Full Monty» solo hay una. Afortunadamente.

Lo mejor: todas las interpretaciones, sin excepción.

Lo peor: ¿pero no me habían contado ya eso?

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