«Música Campesina» según un medio valdiviano

musica_campesina-2Fuente: La Maleta (Valdivia).
Por Isabel Orellana

En Música Campesina las primeras escenas parecen ser reveladoras del trayecto emocional que recorrerá Alejando Tazo, su protagonista. Recién llegado a Nashville, mientras baja del autobús se toca impaciente su camisa, buscando algo que parece haber perdido. Aquel estado de ansiedad se mantiene a lo largo del film, donde Alejandro intenta infructuosamente encajar en la ciudad country norteamericana, sin lograrlo realmente. Uno de los chicos que conoce se lo dice en un momento “pareces sacado directamente de un catálogo” refiriéndose a su esforzada apariencia, y es que el personaje que interpreta Pablo Cerda es el típico chileno en busca del sueño americano.

Marginado por la ciudad en las fronteras de su carretera, Tazo se encuentra en una encrucijada. Nashville no lo acepta pero, avergonzado, no se atreve a volver a Chile en aquel fracaso que lo envuelve. Por lo mismo, le miente a su hermano sobre lo bien que lo esta pasando y le dice a las meseras que proviene de España, para así salvarse un poco del prejuicio norteamericano. De este modo, la película también se configura como un recorrido por las fuentes de soda, calles, bares de una ciudad que poco o nada tienen que ver con la nuestra. Los amigos que el chileno inmigrante va conociendo también se encuentran solos y de alguna forma eso los une en conversaciones efímeras.

Por lo mismo, la fuerza de la película radica en sus diálogos, los que naturalmente permiten ver aquel choque cultural entre Tazo y la gente que va encontrando. Como el dueño del hotel que le insinúa el constante robo de los latinos, o el excelente monólogo frente a una mesera, a quien Tazo le habla en español riéndose de su idiosincrasia e incapacidad de comunicarse. Así, el tercer largometraje de Alberto Fuguet logra momentos de ironía y comedia en medio del viaje de descubrimiento que emprende su personaje por las calles de Nashville.

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