Misterios del arte. “Misterios de Lisboa”.

raul-ruizParece una constante histórica en nuestro país, aquél antiguo refrán que reza “nadie es profeta en su tierra”. No lo señalamos como máxima, pero los casos de artistas nacionales que personifican dicha premisa, son cuantiosos.

Reconocida es cierta mirada peyorativa hacia Gabriela Mistral, cuyo claro ejemplo de tardío reconocimiento es la diferencia en años entre el Premio Nobel y el Nacional de Literatura. Si bien hacia ella se sumó cierto desdén social dados los rasgos culturales que encarnaba (filo-feminista, rupturista, simpatizante de izquierda), es innegable que la valoración internacional antecedió y fue mayor que lo que a nivel local se le propinó en décadas pretéritas.

Ver detalles de Misterios de Lisboa.
Ver horario de funciones.

Guardando las diferencias personales y de tiempo, el máximo pintor surrealista de la segunda mitad del siglo XX, el destacado Roberto Matta, brilló en Europa mucho antes y con mayor esplendor que en Chile, su país de origen. Se suma de alguna forma el caso del interesante escritor-psicomago Alejandro Jodorowky, quien ha encontrado en Francia, el lugar preciso para expandir su obra. A pesar que en los últimos lustros este tocopillano ha logrado una valiosa recepción en nuestro país, no llega a nivelar el reconocimiento que se le ha dado en otras tierras.

Si bien es cierto que a partir de la década del 90, varios de estos artistas fueron “premiados” en su tierra de origen, podríamos parafrasear en muchos casos aquella estrofa de la canción de Illapu que indica que en nuestro país se requiere “más justicia y menos monumentos”, porque el olor de oportunismo de muchos de estos trofeos, resulta evidente.

Esta situación, que podríamos catalogar de misteriosa, en tanto no nos atrevemos a dar una respuesta precisa de la evidencia, creemos también toca a Raúl Ruiz, el más prolífico cineasta chileno, cuyo renombre en el viejo continente nadie ha podido igualar. A raíz de su deceso, en agosto recién pasado, la prensa escrita y televisiva, se volcó a destacar el aporte cultural del creador de Tres tristes tigres, como si de manera permanente esos medios, que abrazan con tanta regularidad la friolera de la farándula, hubiesen invertido intención real de contarnos quién era “el caso Ruiz” –como lo denominó Cahiers du Cinema el año 1983-, a partir de las obras que creó.

Ruiz fue en gran medida un incomprendido en nuestro medio, tan peligrosamente acostumbrado al cine comercial y a la superficialidad de estética y de contenido. Para qué hablar de la posibilidad de contemplación de una obra artística, en una época donde la inmediatez y el consumo cultural fatuo, parecen haber ganado terreno. Este creador representó exactamente lo contrario y por ello pudo parecer un extravagante o excéntrico en nuestro concierto cultural. Sin embargo, fuera de nuestra aldea local, su arte se desplegaba con fuerza y los reconocimientos en crítica y premios, no le fueron esquivos.

imagesEl 20 de octubre recién pasado se estrenó en 8 salas de nuestra capital su más reciente película (la última que logró culminar de manera íntegra), Misterios de Lisboa, que relata una parte de la vida de un pequeño huérfano –Pedro Da Silva-, puesto al cuidado de un cura –Padre Dinis- que conoce los misterios pasados del origen del muchacho y de la historia de amor de los padres que lo engendraron. Como en una artesanía de matriochka rusa, al desprender una de las historias, vamos encontrando otra y luego otra, hasta tener en escena un relato coral que destaca por la emotividad, simpleza y al mismo tiempo profundidad con que está pincelado. Y decir pincelado no es sólo una metáfora, pues desde el primer plano que despliega el cineasta nacional, puede apreciarse el uso de la fotografía como un fresco de pintura naturalista.

En el caso de la música que acompaña la obra cinematográfica, destaca una vez más aquí, como en otras creaciones de Ruiz, el aporte de Jorge Arriagada, quien es considerado por entendidos del área, un discípulo de los grandes maestros de las creaciones musicales para películas como Morricone, Maurice Jarré o Max Steiner. Arriagada logra una atmósfera adecuada, sin sobrexponer lo musical a la imagen, y construyendo los momentos de tensión y quietud con una grata composición.

El contexto está dado por una Europa del siglo XIX, post imperio napoleónico, que revela muchas de las miserias humanas de la clse acomodada. La primera parte de la película está situada en Portugal, mientras que la segunda, que se exhibirá en Chile a partir del 1 de diciembre de este año, se plasma en Francia. Cabe señalar que los exteriores están finamente cuidados y retratados con maestría estética.

Basada en la novela de Camilo Castelo Blanco, Misterios de Lisboa, le permitió a Ruiz llegar a explorar la telenovela, género que siempre apreció y que de alguna manera se ve reflejada en la película -al observarla se pueden rememorar las antiguas teleseries brasileñas de época- y a su vez le dio al cineasta el impulso para crear una serie televisada separada en capítulos, paralela a la película. Aquí se denota una vez más su apego por la televisión, ese medio con el cual coqueteó muchas veces en nuestro país, pero que en términos de mostrar el “universo ruiziano”, le fue, injustamente, esquivo.

Siempre en el plano televisivo, el canal teleSUR le dio un considerable espacio noticioso (que se insertó hace algunas semanas en nuestra página www.normandie.cl) el año recién pasado cuando se estrenó Misterios de Lisboa en el Festival de San Sebastián. No sólo interviene Ruiz hablando de su película, sino algunos actores y actrices aluden a la significación de haber trabajado con el director chileno. Algo similar planteó Katherine Deneuve –símbolo femenino del cine francés- durante los funerales en París, constatando la calidad no sólo artística del creador, sino también humana. En el propio reportaje de teleSUR se indica una vez más aquello a lo que ya nos refiriéramos antes: el desconocimiento del la producción “ruiziana” en América Latina, por ende, también en nuestro país.

En el plano de la prensa escrita, de los muchos artículos producidos a razón de la muerte de Ruiz y de la exhibición de su película, destacamos los realizados por Antonio Martínez para El Wikén, de El Mercurio (26 de agosto del presente año) y el de Rodrigo González, escrito para La Tercera (12 de octubre de 2011). En el primero, Martínez destaca que para la conmemoración de los 60 años de Cannes, se le pidió a un listado de 36 cineastas, construir una creación visual breve. Polansky, Lynch, Gus Van Sant y tantos otros, comenta Martínez, comparten la invitación y el espacio, con el único chileno de la lista: Ruiz, lo que para nosotros se traduce, una vez más, en la importancia exterior que desde hace muchos lustros logró el destacado cineasta. Junto a ello el columnista desarrolla algunas de las características presentes en las obras de Ruiz, como la idea de que las historias nunca están finalmente terminadas y que el creador volvía una y otra vez a ellas: “la cuestión central se extravía y vienen sendas laterales, cuestiones periféricas y caminos intermedios”, escribe Martínez, una complejidad que al cineasta le gustaba, pues llevaba a una emoción nueva, algo que no está en los libros o la música, según habría señalado, sino en un “jardín secreto”.

González por su parte, escribe un artículo en donde se refiere más específicamente a Misterios de Lisboa –que abriría por entonces el último Festival de Valdivia, en donde se exhibió completa- una obra que de acuerdo a su artículo, ha sido la más premiada de Ruiz y la que mejor crítica despertó en Estados Unidos, un lugar en donde sus otras producciones no habían sido tan bien recepcionadas.

El uso del “melodrama” como recurso en este film, habría hecho, de acuerdo al propio Ruiz, que esta película fuese tan premiada por el público general y la crítica especializada, escribe González. Destaca en este sentido la obtención del Premio al Mejor Director en San Sebastián por Misterios de Lisboa, el año recién pasado.

Pero eso no es todo. Obtuvo el Premio de Cineasta del año, en París en 1986 (precedido por premios en Locarno, San Remo y Orleans, los años 1969, 1977 y 1982, respectivamente) y Ganó el Oso de Plata de Berlín, el año 1997.

A razón de su funeral, el Ministro de Cultura chileno indicó que una sala llevaría su nombre y recientemente en el marco de la inauguración del Festival Cine B, en Santiago, se le entregó a Gaspar Noé, el “Premio Raúl Ruiz”, creado a partir de este año. El cineasta argentino – francés, director de Enter the void, aprovechó de destacar al director nacional; habló de la importancia de su obra en Francia y que desde joven soñó con trabajar de asistente del chileno. Ironizó respecto a encuentros y desencuentros que tuvo con Ruiz, reconociendo el orgullo de llevarse un trofeo con su nombre. Así de pronto, muchos en el mundo de la cultura y el audiovisual explicitan el rol y la importancia del “tuerto” y “retorcido” creador; de pronto, el misterio del arte reconocido con cierta tardanza, se devela una vez más.

misterios-de-lisboa2Pero más allá de la constatación crítica, aparece una nueva oportunidad de renombrar a Ruiz como lo merece: apreciando una de sus películas. No por chovinismo ni nacionalismo mal entendido, sino porque la belleza de esta obra, requiere ser valorada. Tal vez así se rompa el oportunismo, se valore el aporte permanente de artistas como Ruiz, en la diversa identidad cultural chilena y se despeje el misterio –mejor aún, se rompa-, del reconocimiento póstumo, especialmente cuando se ha sido tan valorado fuera de las fronteras natales.

Misterios de Lisboa se reestrena por cuarta semana en la sala del Cine Arte Normandie. Estará en cartelera hasta fines de noviembre, cuando se programe la segunda parte. Hasta la fecha más de 5000 personas la han visto en nuestro país y una de las salas que mayor público había atraído, fue la recientemente cerrada Cine Arte Tobalaba. Como un saludo a esta sala extinta y a la necesidad de mantener espacios para el cine de autor, Normandie renueva su compromiso de mantener el derrotero del cine de calidad y de formación de público, ese elemento tan necesario para que los artistas tengan un referente crítico frente a sus creaciones.

Autor: Jorge Rivas Medina (Profesor de Estado en Historia y Geografía, Licenciado en Educación, Magíster © en Historia de Chile)

Share:

15 comments

  1. Leido Profe muy interesante en el colegio era mas corto

  2. Interesante… Buenas referencias sobre Ruiz.

  3. visto y leido interesante

  4. Muy bueno pero bastante detallado =) (leido)

  5. Buenaaa Jorge Raul Ruiz Rivas ! haajaja xd

  6. Esta muy interesante su critica me agredo y me dieron muchas ganas de observar con criterio esa pelicula…

  7. lo lei y lo imprimi .

    atte : Constanza Rossel Cortes

  8. texto leido e imprimido
    atte. Franco Salinas

  9. ready!!

  10. «leido» (…)

  11. leído

  12. raulruizjorgerivasmisteriodelisboaleido

  13. Leído Profe

  14. leido….. 🙂

  15. wena meeen !a mas que leido 😀

Deja una respuesta